La gente de Myra (Revista cultural de Río Cuarto) me hizo una entrevista que se publicó el 09/09/2020
“A veces, otra vida”, el primer libro de Daniel “Nato” López
El escritor oriundo de Las Higueras, Daniel “Nato” López, presentó “A veces, otra vida”. Es su primer libro en solitario luego de varias publicaciones con otros autores. La obra reúne 15 cuentos con relatos sobre vivencias de personajes de su pueblo y de Río Cuarto.
Una
mujer que le mete el pecho a las miradas acusadoras, niños atravesados por la
violencia de la pobreza, extranjeros que vienen a laburar y que la pasan mal,
son algunas de las temáticas que el escritor plasma en esta obra literaria. El
libro ya está a la venta en la localidad de Las Higueras y en todas las
librerías de Río Cuarto.
En un mano a mano con Myra, Daniel “Nato” López cuenta sobre esta experiencia de publicar su primer libro y cómo comenzó su vínculo con la literatura.
En un mano a mano con Myra, Daniel “Nato” López cuenta sobre esta experiencia de publicar su primer libro y cómo comenzó su vínculo con la literatura.
¿Qué se encuentra el lector al recorrer “A veces, otra vida”?
-El libro tiene quince cuentos amenos, rápidos de leer. Con personajes de mi pueblo y de Río Cuarto. Una mujer que le mete el pecho a las miradas acusadoras, adolescentes que fuimos, niños atravesados por la violencia de la pobreza, extranjeros que vienen a laburar y que la pasan mal. Un papá que quiere escaparse del agobio familiar, un jugador compulsivo, un abuelo de los más copado. Gente común. No se van a aburrir y, en el mejor de los casos —como me dijo una lectora—, quizá una historia se le quede rondando y no los deje dormir.
¿Cómo es escribir desde el interior, desde Las Higueras, hay un sentido de pertenencia distinto?
-No sé cómo es escribir desde Buenos Aires, Madrid o San Pablo. No sé si será tan diferente. En todo caso, en mi pueblo pasa que te para un vecino, una ex compañera de la primaria, la mamá de un amigo, y te preguntan si el personaje del cuento tal es el Cacho, o la Julia, jaja.
Calculo que cada uno siente su pertenencia, y todas son distintas. Pareciera que la pertenencia tiene que ver con la infancia y la adolescencia, con los amores que deslumbran con el mundo, con la cortina del mundo que se descorre. Una cuestión de tiempo más que de espacio. Yo sitúo a mis personajes en lugares que conozco. Eso me facilita la verosimilitud. Cada personaje, a su vez es un vecino, un pariente, un amigo. O alguien que no te bancás, claro.
Algo que nos puedas contar de esta experiencia de editar el libro en este contexto tan particular signado por la pandemia.
-Rara la experiencia. Muchos correos, WhatsApp y demás artilugios comunicativos. En este sur del mundo estamos acostumbrados al roce, al gesto, a los silencios en una conversación, a la ironía de una mirada. Eso se pierde.
Antes publicaste en Antologías, ¿qué tiene de especial publicar un libro propio?
– Más larga la obsesión por asegurarme de que todo salga bien. En las antologías, velás por tus textos, que son uno o dos. En este caso te cargás todo el libro. ¡Y la tapa! Quiero decir, la elección de la tapa.
¿Por qué elegiste hacerlo con la editorial Cartogragías?
– Cartografías es lo cercano, de algún modo, lo nuestro.
Es una editorial seria, con excelentes autores. Quienes la dirigen son amables y no te apuran, son escritores, saben del tema. Son de acá e independientes, lo tienen todo.
Elegir de acá es bueno. Como el caso del arte de tapa, que es de Matías Tejeda, un excelente artista plástico que vive en Higueras. O la reseña de contratapa que es de Rubén Padula, un tremendo poeta y narrador de la ciudad.
Como escritor, ¿cómo te definirías?
– Constante, curioso, molesto e inconformista. Siempre quiero corregir algo más.
¿Qué representa para vos la literatura?
-Junto con la música y el cine, la literatura —la lectura, principalmente—, fueron y son mis canales de formación, de mamar conocimiento, información. He dejado de lado la televisión hace años. Veo algo, pero ni se acerca a las horas que le dedico a la literatura, o al cine, por ejemplo. La literatura, además tiende lazos spinettianos —de complicidad por un autor o una obra, de guiños— que te hace sentir parte de algo fantástico, único. Algo que eleva las relaciones, que las re-humaniza.
Decidiste estudiar Historia, ¿por qué?
-Apenas finalicé el secundario ingresé a Ciencias de la Comunicación. No tuve una buena experiencia. Cuatro años después, intenté con Historia y me encontré con una carrera fascinante. En parte, la elección se debió a la ausencia de Matemática en el Programa, y por otro lado a mi curiosidad por conocer el origen y desarrollo de todo lo que me interesa.
– ¿Cuál es el vínculo con la literatura?
– Digamos que contar historias tiene muy poco que ver con CONTAR la historia. En narrativa se exagera, se miente, se acomoda según tus necesidades, se inventa casi todo. En lo académico se debe tener responsabilidad, seguir una metodología científica. Valorando la subjetividad, tratar de ser lo más riguroso y honesto posible.
– ¿Cómo y cuándo comenzó tu acercamiento a la escritura?
– De adolescente escribía poesías que tenían una sola destinataria: Gabriela. Tenía mi propia distribución; pegaba los textos con engrudo en los postes de luz y paredones. ¡Un poco extremo para el pueblo! Después escribí una novela, en la época de la Universidad. Finalmente, desde hace cinco años, asisto (con Félix, mi hijo mayor) al taller de Rubén Padula. También cursé talleres intensivos con Pablo Ramos y Julián López.
¿Qué es lo que más te gusta de escribir y cuál es el género o las temáticas sobre las cuales te gusta soltar la pluma?
-Para mí, la escritura es un ritual, todos los días escribo algo. Aunque sea una línea. Es un proceso solitario en dónde puedo expresar cosas que en la oralidad se vuelven casi imposibles. En la escritura no tenés que enfrentarte a la intolerancia, a los que sólo repiten, a los que piensan la vida en función de los memes.
En cuanto a las temáticas diría que son las de siempre, las que atraviesa —y atravesó— al hombre en sociedad. Amor, injusticia, creencias religiosas, abusos, pobreza, discriminación, machismo, xenofobia. Relaciones. Sexo. En todas esas cuestiones uno va expresando su cosmovisión. La idea es hacerlo apelando a la sutileza, a la estética literaria si se puede, al humor, a la ironía.
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