Twin Peaks (Serie de TV)

 




Twin Peaks

Creadores: David Lynch y Mark Frost

Año: 1990-1991 (Primera y Segunda temporada)

Valoración: superlativa, irreplicable


El honor de un mundo extinguido


Por Félix López Jurado

Más que reseña es una opinión, centrada únicamente en las dos primeras temporadas, pues la peli y la tercera tienen otro tono radicalmente distinto (por supuesto que comparten muchos puntos en común con estas dos).

Mucho se ha escrito ya de Twin Peaks, considerada para algunos la mejor serie de la historia. Me falta bastante, pero complicado será superar la calidad narrativa y la creación de personajes icónicos. Se ha hablado de la dualidad entre el bien y el mal, las secuencias oníricas (propias de Lynch, sobre todo en los capítulos dirigidos por él), los personajes, las pistas, la tensión, el ritmo, entre otras cosas. Como siempre, no contaré nada del argumento, la serie se merece el máximo respeto.

Lo que quiero hablar acá es otra cosa.

Algo de la serie que la eleva a lo más alto del cine (porque es cine con mayúsculas, no una serie prototipo) es la honradez de la mayoría de los personajes (quizás tenga el último héroe de la televisión), la actitud que tienen hacia los otros, el respeto hacia los locos (están todos locos, para empezar), incluso los que se podrían considerar malos nunca explotan del todo, se sabe cómo actuarán, no atravesarán la línea del horror. De ellos se puede esperar la total confianza, la certeza de que no nos traicionará, son verdaderos incluso en sus dobles vidas (el pueblo de Twin Peaks, como una extensa red conceptual, se involucra con todos sus habitantes y tramas).

Es algo que un espectador de este siglo, en tiempos donde todos acusan a todos, admira y añora. La serie reboza sutileza y ternura, lealtad y bondad, una comprensión humana y divina sobre los fallos de los demás, y con sus locuras, sus detalles y conversaciones inverosímiles, lo hacen pasar como algo natural.

La serie merece ser vista por el argumento, claro está, pero también por esos personajes únicos que no se encuentran en otro lado, que te gustaría charlar con ellos, y te recuerdan que el mundo puede ser algo mejor, incluso cuando cada uno de nosotros tiene una parte oscura, una maldad original, que se puede combatir a través de la redención y el amor.

No sé si esa clase de gente o ese mundo volverá. Trataré de que sea posible.




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