No habrá más penas ni olvido (Reseña)

 

No habrá más penas ni olvido

Año de publicación: 1978 en el exterior. 1983 en Argentina.

Osvaldo Soriano

 

Mi hijo, a los once años, se aprendió de memoria el diálogo completo de la primera página de esta novela y, también el del final.  Por supuesto que no tenía idea de comunistas ni peronistas, pero el impacto imaginativo que genera el inicio de No habrá más penas ni olvido —la segunda novela de Osvaldo Soriano— lo cautivó.


—Tenés infiltrados —dijo el comisario.

Con esa frase, Soriano comienza la narración de esta historia centrada en la Argentina que se desangra antes del golpe militar de 1976.  

Es una pintura tragicómica de las diferentes caras del peronismo. Esa militancia ecléctica, desorientada y dividida. La esperanza de la llegada de un Perón omnipresente que nunca regresa.
Soriano escribe directo y simple y, a decir de José Pablo Feinmann, con una “economía expresiva” que noquea. Soriano escribe una página y esconde veinte. Cada lector sabrá descubrirlas a su manera. Porque esas veinte están latentes y dispuestas a completar la narración según como nuestra subjetividad la aborde.

No habrá más penas ni olvido es una sátira política. Una novela sobre buenos y malos. Con la inédita variante de que ambos dicen ser (y son) del mismo bando. Pero no se confunda, no hay en estas páginas un narrador que pretenda mostrar quién lleva la razón en esa disputa. El narrador expone. Nos presenta la inconmensurable confusión de los protagonistas.  Parece ser que nadie sabe muy bien porque es peronista.

Dos pasajes lo ejemplifican.

El primero:

—¿Qué pasa, don Ignacio?

—Dicen que somos bolches.

—¿Bolches? ¿Cómo bolches?  Pero si yo siempre fui peronista…, nunca me metí en política.

La ejemplificación perfecta de la diferenciación histórica entre los militantes y los simples ciudadanos simpatizantes. 

El segundo:

Un representante de la CGT arenga a la ciudadanía a luchar contra el delegado (a cargo del municipio de Colonia Vela) acusado de comunista y grita por los altoparlantes “¡De pie en apoyo del secretario general del justicialismo! ¡Hagamos tronar el escarmiento contra la oligarquía marxista!

Es esta confusión de conceptos y sentires es donde los negociados de la política encuentran su caldo de cultivo, y es en ese ambiente que un “escarmiento” deviene en una masacre. Y Perón que no aparece. 

Más de una vez los protagonistas coronan una acción con frases como estas: “¡Si me viera el General! Perón es Dios y todos actúan para recibir su bendición en la “tierra prometida que se palpita inminente” Pero Perón no llega y la violencia recrudece en el país. 

Soriano plasma con maestría el devenir de un momento histórico y no esboza moralismo ni bajadas de línea.

La novela ametralla con diálogos y atrapa hasta el final. Ese final inolvidable que se sobrepone a la tragedia general y vislumbra la esperanza (quizá los últimos resquicios del sueño del regreso de Perón) y en el que dos compañeros, que en el comienzo de la acción son presentados como antagonistas (Uno es policía de la comisaría y el otro el preso) y que ahora se prometen ir juntos a buscar al General, dialogan:

—Va ser un lindo día, sargento.

—Un día peronista.

No habrá más penas ni olvido, es una novela para todos. Como les digo, mi hijo la leyó por primera vez a los once años. 

Déjese llevar se va a divertir. Si usted es peronista le va a gustar y se va a molestar, quizá. Si usted no es peronista, le va a gustar y se va a molestar, quizá.

 

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